Antes de nada decir que no pienso justificar nada de lo que aquí ponga. Porque es mi blog, porque no me hago la víctima. Sólo escribo lo que está impreso dentro de mí y cómo me siento. Cómo me siento en cada momento. Ahora triste. Mañana puede que contenta. Y no tengo que justificarme ante nadie. Por si acaso.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo:
"la noche está estrellada, y tiritan, azules, los astros, a lo lejos."
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo, lo triste que me sentí viendo sola, sentada en un banco en medio de un parque desierto los fuegos artificiales.
La sensación que dejó el viento suave sobre una lágrima que resbaló por mi mejilla.
El miedo que sentí cuando fui consciente de que realmente no había nadie más en el parque, en el banco.
Puedo escribir cómo noto que mis 18 años se deslizan en mis dedos sin haber disfrutado de ellos.
Cómo la envidia sana recorre las venas de mi cuerpo cuando pienso en todos aquellos que tienen amigos, que tienen con quien hablar un día por la tarde, que lo están pasando bien.
Ojalá pudiese haber disfrutado un día como hoy de los fuegos artificiales con alguien a mi lado.
Ojalá.
El sentirse solo es un dolor placentero que nadie me va a poder quitar. Al menos no por ahora.
Pues mi palabra se convierte en mi mejor amiga cada día. El crear mi propio weblog me ha servido de mucho. Porque ante la expectativa de pasar mucho tiempo sola, me ha servido de desahogo. Y me sirve porque entre otras ventajas que tiene, sé que puede que alguien lo lea (ya, soy muy ilusa ).
Acabo de recordar que cuando era pequeña solía sentarme en la plaza con L. y le contaba historias sobre una "casa embrujada" que había pocos metros más allá. La casa era vieja, destartalada y estaba deshabitada. Comprendo que nos diese tanto miedo: estaba toda cubierta de hiedras y de vez en cuando paseaba muy cerca de ella una viejecita de esas que siempre van vestidas de negro y están muy pálidas.
Un día a una niña con la que jugaba y a mi se nos cayó una pelota en el balcón del piso superior de la dichosa casa. Así que nos pusimos y dispusimos a entrar en la casa. Por muy raro que parezca, la puerta estaba abierta. Y dentro había mucha pero que mucha solera y un montón de libros viejos desparramados por el suelo. Empezamos a subir las escaleras (ella delante) cuando de pronto se le hunde un pie en la madera. Nos asustamos muchísimo y salimos corriendo. Pero estuvimos mucho tiempo orgullosas de haber sido las únicas que se atrevieron a entrar en la casa (aunque la misión fracasase por completo).
No quiero imaginármelo a Él besándola a Ella pero es una imagen que ahora no se me va de la cabeza. Venga, recordemos más cosas.
El primer recuerdo de alguna Navidad que tengo creo que data de cuando tenía 5 años. Recuerdo que unos meses antes de Diciembre fui a una librería con mi madre y vi un diario. Uno de esos diarios pequeñitos y gordos que huelen muy bien y traen ositos dibujados en la portada. Y además tenía candado (eso para mí era lo no-va-más). Mi madre no me lo compró pero prometió que intentaría que Papá Noel (luego explicaré por qué preferí siempre a Papá Noel) me lo trajese.
Pues bien, Diciembre llegó y yo, por supuestísimo, pedí mi querido diario. Y muy temprano (ya se sabe como son los críos XDD) fui a ver dónde estaban mis regalos. Estaban debajo de una mesa camilla (que hogareño y tradicional ¬¬U) y entre algunas tonterías de esas de niñas, estaba mi primer diario. Y aún sigue oliendo igual de bien que cuando me locomprar... trajo Papá Noel xD
También había pedido una caja de rotuladores con todos los colores del mundo. Claro que la caja resultó ser un paquetito de plástico con 12 rotuladores Carioca xDDDD
Siempre preferí a Papá Noel antes que a los Reyes por una sencilla razón: Papá Noel venía antes y todavía me quedaba una semana y algo para disfrutar de mis juguetes. Los Reyes venían siempre, joputillas, uno o dos días antes de que empezase de nuevo el cole. Así que no molaba, no tenía tiempo para machacar los regalos.
Cuando era pequeña me gustaba que me vistiesen de niña tonta: lacitos, coletitas, vestiditos con mas lacitos, zapatitos de charol... Mi madre odiaba todo eso, y ahora también lo odio yo. (<----- cierta similitud con el anuncio del Werters Original. O como sea) Debía ser una niña la ostia de repipi.
Además tenía el pelo rizo (sí, lo que oyen vuestros ojos). Y un día me cortaron el pelo y ... au revoir! Rizo al carallo.
Y... nada.
Que... no sé. Me pregunto si alguien leerá esto.
El parque estaba mojado.
(Gracias Rubén Darío) (he puesto un contador...)
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo:
"la noche está estrellada, y tiritan, azules, los astros, a lo lejos."
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo, lo triste que me sentí viendo sola, sentada en un banco en medio de un parque desierto los fuegos artificiales.
La sensación que dejó el viento suave sobre una lágrima que resbaló por mi mejilla.
El miedo que sentí cuando fui consciente de que realmente no había nadie más en el parque, en el banco.
Puedo escribir cómo noto que mis 18 años se deslizan en mis dedos sin haber disfrutado de ellos.
Cómo la envidia sana recorre las venas de mi cuerpo cuando pienso en todos aquellos que tienen amigos, que tienen con quien hablar un día por la tarde, que lo están pasando bien.
Ojalá pudiese haber disfrutado un día como hoy de los fuegos artificiales con alguien a mi lado.
Ojalá.
El sentirse solo es un dolor placentero que nadie me va a poder quitar. Al menos no por ahora.
Pues mi palabra se convierte en mi mejor amiga cada día. El crear mi propio weblog me ha servido de mucho. Porque ante la expectativa de pasar mucho tiempo sola, me ha servido de desahogo. Y me sirve porque entre otras ventajas que tiene, sé que puede que alguien lo lea (ya, soy muy ilusa ).
Acabo de recordar que cuando era pequeña solía sentarme en la plaza con L. y le contaba historias sobre una "casa embrujada" que había pocos metros más allá. La casa era vieja, destartalada y estaba deshabitada. Comprendo que nos diese tanto miedo: estaba toda cubierta de hiedras y de vez en cuando paseaba muy cerca de ella una viejecita de esas que siempre van vestidas de negro y están muy pálidas.
Un día a una niña con la que jugaba y a mi se nos cayó una pelota en el balcón del piso superior de la dichosa casa. Así que nos pusimos y dispusimos a entrar en la casa. Por muy raro que parezca, la puerta estaba abierta. Y dentro había mucha pero que mucha solera y un montón de libros viejos desparramados por el suelo. Empezamos a subir las escaleras (ella delante) cuando de pronto se le hunde un pie en la madera. Nos asustamos muchísimo y salimos corriendo. Pero estuvimos mucho tiempo orgullosas de haber sido las únicas que se atrevieron a entrar en la casa (aunque la misión fracasase por completo).
No quiero imaginármelo a Él besándola a Ella pero es una imagen que ahora no se me va de la cabeza. Venga, recordemos más cosas.
El primer recuerdo de alguna Navidad que tengo creo que data de cuando tenía 5 años. Recuerdo que unos meses antes de Diciembre fui a una librería con mi madre y vi un diario. Uno de esos diarios pequeñitos y gordos que huelen muy bien y traen ositos dibujados en la portada. Y además tenía candado (eso para mí era lo no-va-más). Mi madre no me lo compró pero prometió que intentaría que Papá Noel (luego explicaré por qué preferí siempre a Papá Noel) me lo trajese.
Pues bien, Diciembre llegó y yo, por supuestísimo, pedí mi querido diario. Y muy temprano (ya se sabe como son los críos XDD) fui a ver dónde estaban mis regalos. Estaban debajo de una mesa camilla (que hogareño y tradicional ¬¬U) y entre algunas tonterías de esas de niñas, estaba mi primer diario. Y aún sigue oliendo igual de bien que cuando me lo
También había pedido una caja de rotuladores con todos los colores del mundo. Claro que la caja resultó ser un paquetito de plástico con 12 rotuladores Carioca xDDDD
Siempre preferí a Papá Noel antes que a los Reyes por una sencilla razón: Papá Noel venía antes y todavía me quedaba una semana y algo para disfrutar de mis juguetes. Los Reyes venían siempre, joputillas, uno o dos días antes de que empezase de nuevo el cole. Así que no molaba, no tenía tiempo para machacar los regalos.
Cuando era pequeña me gustaba que me vistiesen de niña tonta: lacitos, coletitas, vestiditos con mas lacitos, zapatitos de charol... Mi madre odiaba todo eso, y ahora también lo odio yo. (<----- cierta similitud con el anuncio del Werters Original. O como sea) Debía ser una niña la ostia de repipi.
Además tenía el pelo rizo (sí, lo que oyen vuestros ojos). Y un día me cortaron el pelo y ... au revoir! Rizo al carallo.
Y... nada.
Que... no sé. Me pregunto si alguien leerá esto.
El parque estaba mojado.
(Gracias Rubén Darío) (he puesto un contador...)
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