SUBNORMAL TRADE MARK
Llevo unos días con el cartel de subnormal no sólo colgado de cada post, sino también de mi espalda. Podría decir que no sé qué me pasa, que no entiendo por qué estoy tan infantil. Podría pero no lo voy a decir, porque lo que me pasa es que no quiero crecer.
He empezado un curso en una facultad. Ayer iba al colegio y ahora mi madre ya no me acompaña hasta la puerta del centro. Tengo que levantarme, hacerme el desayuno, ir a clase, estar en clase y volver de clase prácticamente sola, por mi propio pie y de mis propias manos (el desayuno no lo suelo hacer con los pies). Los primeros días me desahogaba como siempre: a lágrima viva. Hubo un par de días que los vecinos se quejaban de humedad por mi culpa. Y es que sentí una "presión" sobre mi espalda imposible de llevar. Ya no estoy en el instituto, no estoy con Phal, no sé cómo serán los examenes, no sé coger apuntes, no sé hacer nada. Y tengo que saber hacerlo todo. No quiero crecer.
Cuando estaba en el instituto siempre pensaba "ojalá estuviese ya en la universidad, porque al menos estudio lo que quiero y no _________ (insértese cualquier estupidez)". Ilusa... No quiero ir a clase y tomar apuntes, ni prestarle atención a un señor que me habla de la Constitución, ni tener que levantarme temprano para estudiar porque no "nos de tiempo a hacerlo con el plan nuevo". Quiero sentarme en un banco y que me cuelguen los pies...
La verdad es que echo mucho de menos el pasado. El pasado en el que M. y yo perdíamos las horas con gracias ingeniosas a veces, y pensamientros frustrantes otras. Echo de menos poder perder el tiempo. No tenía ninguna preocupación, y por eso no quiero crecer.
Cuando cumplí 18 años esto todavía no existía, pero me acuerdo muy bien del día. Me levanté llorando y me acosté llorando, porque no quería cumplir 18 malditos años. Es la barrera que separa el tú-y-tu-mundo y tú-y-el-mundo. Así que ni los regalos, ni las felicitaciones, ni la llamada de Ntropy ni nada de nada pudo hacerme sentir mejor. Y todavía no se me ha pasado: no quiero tener 18, no quiero cumplir 19. No quiero tener responsabilidades, ni enfrentarme yo sola a todo, ni tener que escribir un post sobre el no querer crecer. Sencillamente quiero quedarme en los 17 y no crecer nunca más. Y que nadie me pregunte por qué no crezco. No crezco y punto.
Desde hace unos días tengo un sueño extraño: estoy vestida de blanco con ropa ceñida y no hago más que correr en el aire hacia unas montañas tan cutres como las de Heidi. El paisaje y la ciudad que dejo atrás no es real. Y quiero huir de allí. No estoy triste por dejarlo todo e irme, sólo quiero desaparecer de allí y no pensar más en todo lo que pierdo.
Desde hace unos días también, me acuesto y pienso en todo el mundo que ha significado más o menos algo en mi vida en los últimos años y a los que echo terriblemente de menos. Echo de menos a Alba, porque no puedo ver como se ríe con cualquiera de mis imbecilidades en el árbol del instituto. Echo de menos a la que creí que era A. Echo de menos a M., la persona más... no sé cómo decirlo, pero ella sabe que la quiero. Echo de menos a Ntropy, porque ya no nos puteamos como antes... porque ya nos conocemos. Echo de menos a David, echo de menos a aquel T.S. que me llamaba cada noche para preguntarme cómo estaba. Echo de menos a C., qué lejos me quedas... Echo de menos al Neckro de antes, de antes de antes de antes. Al Cyljian de antes, a mi Danichu de antes. Echo de menos el antes. Ojalá pudiese mezclar todos esos tiempos en uno y vivirlos de nuevo. Y sólo tener tiempo para sentarme con todos y cada uno de ellos y hablar durante horas. O poder al menos estirar un brazo y apuntarlos con mi dedo.
El caso es que la sonrisa infantil y falsa de mis labios se ha transformado en un gesto de preocupación. Porque no tengo nada claro, no sé para qué quiero vivir (objetivo, me refiero ¬¬u), no sé por qué hago todo lo que hago. Por qué a veces echo de menos a la Laverne depresiva de los 13 años, por qué a veces echo de menos a la ingeniosa de los 5 años siguientes... No sé nada y eso, evidentemente, me frustra, me confunde. Es como estar de pronto en una rotonda enorme, con muchísimas salidas. Tantas que no sabes cual elegir. Y te quedas sentada en la zona de hierba pensando: "bueno... ya que no sé que hacer... me voy a reir". Y me río. Y por dentro no lo hago.
I'm going to take you out.
Llevo unos días con el cartel de subnormal no sólo colgado de cada post, sino también de mi espalda. Podría decir que no sé qué me pasa, que no entiendo por qué estoy tan infantil. Podría pero no lo voy a decir, porque lo que me pasa es que no quiero crecer.
He empezado un curso en una facultad. Ayer iba al colegio y ahora mi madre ya no me acompaña hasta la puerta del centro. Tengo que levantarme, hacerme el desayuno, ir a clase, estar en clase y volver de clase prácticamente sola, por mi propio pie y de mis propias manos (el desayuno no lo suelo hacer con los pies). Los primeros días me desahogaba como siempre: a lágrima viva. Hubo un par de días que los vecinos se quejaban de humedad por mi culpa. Y es que sentí una "presión" sobre mi espalda imposible de llevar. Ya no estoy en el instituto, no estoy con Phal, no sé cómo serán los examenes, no sé coger apuntes, no sé hacer nada. Y tengo que saber hacerlo todo. No quiero crecer.
Cuando estaba en el instituto siempre pensaba "ojalá estuviese ya en la universidad, porque al menos estudio lo que quiero y no _________ (insértese cualquier estupidez)". Ilusa... No quiero ir a clase y tomar apuntes, ni prestarle atención a un señor que me habla de la Constitución, ni tener que levantarme temprano para estudiar porque no "nos de tiempo a hacerlo con el plan nuevo". Quiero sentarme en un banco y que me cuelguen los pies...
La verdad es que echo mucho de menos el pasado. El pasado en el que M. y yo perdíamos las horas con gracias ingeniosas a veces, y pensamientros frustrantes otras. Echo de menos poder perder el tiempo. No tenía ninguna preocupación, y por eso no quiero crecer.
Cuando cumplí 18 años esto todavía no existía, pero me acuerdo muy bien del día. Me levanté llorando y me acosté llorando, porque no quería cumplir 18 malditos años. Es la barrera que separa el tú-y-tu-mundo y tú-y-el-mundo. Así que ni los regalos, ni las felicitaciones, ni la llamada de Ntropy ni nada de nada pudo hacerme sentir mejor. Y todavía no se me ha pasado: no quiero tener 18, no quiero cumplir 19. No quiero tener responsabilidades, ni enfrentarme yo sola a todo, ni tener que escribir un post sobre el no querer crecer. Sencillamente quiero quedarme en los 17 y no crecer nunca más. Y que nadie me pregunte por qué no crezco. No crezco y punto.
Desde hace unos días tengo un sueño extraño: estoy vestida de blanco con ropa ceñida y no hago más que correr en el aire hacia unas montañas tan cutres como las de Heidi. El paisaje y la ciudad que dejo atrás no es real. Y quiero huir de allí. No estoy triste por dejarlo todo e irme, sólo quiero desaparecer de allí y no pensar más en todo lo que pierdo.
Desde hace unos días también, me acuesto y pienso en todo el mundo que ha significado más o menos algo en mi vida en los últimos años y a los que echo terriblemente de menos. Echo de menos a Alba, porque no puedo ver como se ríe con cualquiera de mis imbecilidades en el árbol del instituto. Echo de menos a la que creí que era A. Echo de menos a M., la persona más... no sé cómo decirlo, pero ella sabe que la quiero. Echo de menos a Ntropy, porque ya no nos puteamos como antes... porque ya nos conocemos. Echo de menos a David, echo de menos a aquel T.S. que me llamaba cada noche para preguntarme cómo estaba. Echo de menos a C., qué lejos me quedas... Echo de menos al Neckro de antes, de antes de antes de antes. Al Cyljian de antes, a mi Danichu de antes. Echo de menos el antes. Ojalá pudiese mezclar todos esos tiempos en uno y vivirlos de nuevo. Y sólo tener tiempo para sentarme con todos y cada uno de ellos y hablar durante horas. O poder al menos estirar un brazo y apuntarlos con mi dedo.
El caso es que la sonrisa infantil y falsa de mis labios se ha transformado en un gesto de preocupación. Porque no tengo nada claro, no sé para qué quiero vivir (objetivo, me refiero ¬¬u), no sé por qué hago todo lo que hago. Por qué a veces echo de menos a la Laverne depresiva de los 13 años, por qué a veces echo de menos a la ingeniosa de los 5 años siguientes... No sé nada y eso, evidentemente, me frustra, me confunde. Es como estar de pronto en una rotonda enorme, con muchísimas salidas. Tantas que no sabes cual elegir. Y te quedas sentada en la zona de hierba pensando: "bueno... ya que no sé que hacer... me voy a reir". Y me río. Y por dentro no lo hago.
I'm going to take you out.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home