Laverne

Cada uno es como es y bastante desgracia tiene...

jueves, octubre 30, 2003

ZOOLANDIA (O COMO VIVIR DE PUTA MADRE EN EMIRATOS ÁRABES UNIDOS)

Fotos como ésta destruyen mi sentido de no-maternidad

Encima de una mesa había una tarjeta que ponía ZOOLANDIA, un número de teléfono, una dirección y unos animalitos pululando tarjeta arriba, tarjeta abajo. ¡Al fin mis padres han comprendido que lo mejor para ellos va a ser vender a mi hermano! O a mí...

A mí ya intentaron venderme en el mercado negro a cambio de unas alfombras rojas para el salón y un conjunto de toallas para su cuarto de baño. La verdad es que las toallas estaban mejor que bien (las alfombras no tanto), pero nada se puede comparar al calor y cariño de una hija. Bueno... depende. A mí no me gustaba nada que, comiendo un huevo Kinder, me tocase un regalo de mierda, de estos que se montan y a los 3 días les faltan 8 piezas. Yo quería los fantasmitas o los dinosaurios que coleccionaba todo el mundo y que tenían gracia 2 veces al año. Pues lo mismo les pasó eso a mis padres: querían una hija rubia y de ojos azules, como las que salen en los anuncios de Johnson & Johnson hablando por teléfono, y les salió una escuálida, morena y encima, miope. Los comprendo.

¿Qué hubiese sido de mí si me hubiesen comprado? A lo mejor ahora estaría viviendo como una marquesa en compañía de una familia árabe rica, adinerada, con 24 baños y 32 habitaciones por persona. El pobre matrimonio no podría tener hijos y habrían decidido mandar al mayordomo a que cambiase alfombras y toallas por una niña en el mercado negro. A lo mejor me compraba una red de explotación infantil y podría estar inflando balones de fútbol a pulmón. O me habría comprado el matrimonio que mencioné pero me querría sólo para introducirme en las cañerías y desatascarlas con una cucharilla de helado.

Tendría que sentirme rechazada: mis padres no consiguieron venderme y debería pensar que es por fea, flaca e inútil.

Si me hubiesen comprado no tendría tanto frío como tengo ahora.