Laverne

Cada uno es como es y bastante desgracia tiene...

lunes, noviembre 17, 2003

MALDIGO LA LEY DE LA GRAVEDAD Y A TODA SU FAMILIA

La Ley de la Gravedad es aquella que dice que si te pasa algo grave no te quejes, o algo peor podría suceder. Como las ridículas cadenas de mails.



Que Beckham esté de dependiente en un todo a cien mientras tú te dedicas al bello arte del choriceo sólo puede pasar en sueños. Y efectivamente, así sucedió. Intentando mangar un simple y llano bolígrafo azul, cuando una señora de pelo corto y bastante desagradable a la vista (como si de una película de serie B se tratase) se percata de mis actos y corre a chivarse a Beckham. Hace falta ser miserable... Cojo el bolígrafo como si lo fuese a pagar, me encuentro en la caja con la señora, y le digo textualmente: "Señora, ¿por qué no se queda en su casa haciéndo puzzles?". Así estaría mas guapa, calladita. La señora se harta de reír en mis narices, Beckham me cobra 60 céntimos por un boli bic de mierda y me largo.

Pues esta noche, a parte de dormir muy mal porque a los de arriba se ve que el resto de seres humanos que pululamos por este planeta se la traemos floja, conocí y me hice amiga de los Reyes Católicos. De Isabel y de Fernando. Y Sn!per y mi madre, ambas por IRC, me preguntaban que cómo lo había conseguido, que ellas también querían. Me teletransporté a un cento comercial donde sabía que había quedado con Neckro, no recuerdo para qué. Llega tarde y me pongo a buscar por la zona de juegos y allí estaba, vestido de Terminator con una mandíbula plateada ridícula y acompañado de un Arnold Schwarzenegger flácido, buscando un juego de Terminator, precisamente. Me dio tanta vergüenza ajena y me decepcionó tanto el que Neckro, a quién consideraba un ser medianamente inteligente, estuviese vestido de Terminator (es que encima era uno de esos disfraces para niños que parecen pijamas, ni siquiera llevaba una carcasa), que hice como que no lo conocía. Venía a saludarme y yo me escapaba constantemente. Y mientras daba vueltas intentando huir de Neckro, ví al fondo a Mort paseando a dos perritos muy monos, como Hitchcock en Los pájaros, que hace un cameo descarado. Sabía que Mort era el director de la película y que estaba haciendo un cameo, pero no quise saber más del tema y me desperté.

He tenido que marcar mi cepillo de dientes verde con un rotulador y ponerle mi nombre a lo largo y a lo ancho, porque el único que quedaba en el paquete era rosa y lo ha cogido mi hermano. Y como si de un alegre y machista impulso se tratase, van 4 o 5 veces que me meto el cepillo de dientes rosa de mi hermano en la boca. Incluso después de haber marcado y remarcado el mío (le he puesto 9 veces mi nombre por todas partes). Y por si eso no fuera poco, mi estupidez cotidiana llega a límites insospechados cuando, sabiendo que la taza del váter está debajo de uno de los armarios del baño, y sabiendo también que si no bajo la tapa es muy probable que un día de estos me caiga algo dentro, me cargo de ropa, toallas, ungüentos para coger el cepillo del pelo del armario. ¿Bajé la tapa? Noooo... ¿Cayó el cepillo? Síiiii... v_v

No hay manera. Cuando alguien se empeña, pues se empeña.