CON FRUICIÓN

Cuando era pequeña nos decía una profesora que de las amapolas se sacaba droga. No sé si es cierto o no, y no me apetece buscarlo.
El caso es que a mí las amapolas me han caído siempre mal. Y toda la vida he estado esperando a que una me insultase o me escupiese para aprovechar y darle su merecido. A ella y a toda su marrana especie.
Pues ya no se puede estar tranquila en palacio que viene una amapola altanera a pedirme cambio. No era excusa lo suficientemente buena como para soltarle un guantazo, así que esperé a que dijese algo más.
-Dame cambio, cochina burguesa del valle Mirametú.
Entonces es cuando a una empieza a hervirle la sangre y pone en práctica las chulerías que aprende en las películas de las 3 de la tarde.
-¿Qué has dicho?- le dije- Repíte lo que has dicho si eres flor.
-Que me des cambio, cochina burguesa del valle Mirametú.
Y le solté un guantazo mayúsculo. Para ella, para su madre, su hermana y su tía la de Cuenca.
Y es que hoy en día, si no se les para un poco, los jóvenes se nos suben a la chepa. A ver qué va a ser esto.
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