MECAGONSUPUTAMADRE

Siempre me tiene que pasar a mí. A mí siempre. No hay aleatoriedad en este planeta: yo, yo y siempre yo. No le puede pasar a los hijos de puta de arriba, no le puede pasar a la imbécil de mi facultad, no le puede pasar al pianista de Inglaterra ni a Catalina la Grande. A mí siempre. Primera vez que compro en eBay a un individuo con muchos votos positivos y un simbolito que al parecer significa que es cool, y me tima. Me tima A MÍ. Así que me he chivado a PayPal y a eBay y le han abierto una investigación al chinomierda que intenta chulearme mi pobre y escueta paga. Así que, Chino: un día estarás en tu puta casa comiendote un puto cuenco de arroz con guisantes, trozos de jamón y, si acaso, maíz, y entrarán unos maromos vestidos de negro y gafas de sol que te van a pegar mucho y muy fuerte y vas a fenecer sobre tu puñetero cuenco de arroz seco y tus hermanos te recordarán con un ojo fuera de su órbita y un grano de arroz en el párpado móvil.

Vamos, que ni puto caso me van a hacer y habré perdido mi dinero, mi tiempo, mi dignidad y mi paciencia.

Hay una señora limpiando los cristales en el edificio de enfrente. Nuestros salones tienen una pared que es todo cristalera, así que la señora me ve a mí en el ordenador con pinta de dominguera amargada que ahora tendría que estar estudiando, y yo la veo a ella con una de esas horrorosas batas de vieja (ah, coño, que ella es una vieja... es que el tinte rubio platino me había despistado), con una cubeta roja con manzanitas blancas y una escoba o mierda de esas de limpiar cristales que por un lado tienen esponja y por el otro goma. Me dan ganas de ofrecerle una taza de café a la señora ésta.

Vale, ahora que me he fijado bien, me cae mal la señora. Le ha puesto una funda de plástico al sofá de flores de Dinastía. Pues ya no la ajunto.